La gente que vivimos en la Ciudad de México, muchas veces no tenemos tiempo o no nos damos el espacio de conocer nuestra ciudad y su historia. Al ir a cubrir un evento, llegué temprano y aún no empezaba, como estaba en el centro, decidí caminar y llegué hasta la Catedral. Nunca me habían dado ganas de entrar, creo que una vez de morrita me llevaron, no soy católica, no profeso la religión, pero admito que el arte sacro me llama mucho la atención. Así que me adentré y vi cada detalle de este templo de oración para los fieles.
Confieso que me sentí tranquila entre el olor a copal y madera, paso a paso iba admirando los retablos, el arte colonial, las historias de los santos, pero más interesante me pareció la historia de la gente que acude a pedirle ayuda o agradecerle a su Dios. Subí al campanario y la vista aunque llena de contaminación es maravillosa. Las campanas llenas de leyendas, de marcas establecidas por el tiempo, la muerte y el dolor, aún repican como hace tantos años.
Un paseo diferente, reconfortante, interesante y ameno, el cual disfrute en compañía del tiempo y mi cámara. Dense la oportunidad de observar todo lo que se encuentra en las paredes de este recinto de la fe.
Aquí un poco de su historia:
Obra máxima de la arquitectura colonial en el continente americano, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México se erige majestuosa, en el Zócalo capitalino como la catedral más grande de Latinoamérica y uno de los templos más emblemáticos de la cristiandad en el mundo.
La historia de la Catedral Metropolitana es también la historia del México Virreinal y una narración en piedra de sus diferentes estilos arquitectónicos. Construida a lo largo de tres centurias, en esta obra podemos reconocer elementos renacentistas, barrocos y neoclásicos que entrelazándose de manera armoniosa forman en conjunto una obra de gran riqueza cultural y espacial única en su género.
La primera piedra de la Catedral fue colocada por Hernán Cortes en 1524 en un acto de gran significado simbólico al situarla en el cruce de las calzadas que desde los cuatro puntos cardinales conducían al centro espiritual de la capital azteca, utilizando en su construcción las piedras que habían formado parte del Templo Mayor de la Gran Tenochtitlan hasta antes de su destrucción.
Años después en 1547 se le otorgó a este templo la dignidad de Catedral por parte de la Santa Sede. Tiempo más adelante se realiza la demolición del edificio original y se coloca la piedra fundacional de la actual catedral por parte del Arzobispo Pedro Moya y del Virrey Martín Enríquez. Tras décadas de trabajos en su interior en 1623 se concluye la construcción de la Sacristía, espectacular recinto que alberga diversos tesoros religiosos y pinturas murales de los dos pintores más sobresalientes de la Nueva España, Juan Correa y Cristóbal de Villalpando. 44 años después se concluye todo el interior de la Catedral, inaugurándose el 22 de diciembre de 1667.
El exterior de la catedral no se finalizó hasta 1813 cuando tras siglos de trabajos, es designado el arquitecto Manuel Tolsá para diseñar y concluir las fachadas y campanarios. A él se deben las esculturas de la Esperanza, la Fe y la Caridad de la portada principal, la cúpula del transepto así como el remate de las torres en forma de campanas.
Este fascinante templo posee una planta en forma de cruz latina con tres puertas principales hacia el Zócalo capitalino, siendo la del centro una puerta jubilar que sólo es abierta en ocasiones especiales. El recorrido se realiza a través de un deambulatorio que rodea el coro y el área de feligreses, en torno al cual se ordenan perimetralmente 14 capillas con diversas advocaciones así como los altares principales.
Uno de los elementos más destacados del interior es el coro, ricamente ornamentado en estilo barroco, con dos órganos monumentales y mobiliario proveniente de las colonias asiáticas del Imperio Español, destacando la sillería y el facistol, provenientes de Macao y Filipinas respectivamente.
Mención especial requiere el retablo de los Reyes y la Capilla Real del arquitecto Guillermo de Balbás, que situados detrás del altar principal muestran una fantasía barroca de columnas estípites recubiertas por chapa de oro que sirven de marco a diversas obras pictóricas con temática referente a distintos reyes y reinas que por sus actos fueron elevados al grado de santidad. Otro retablo destacado es el de Altar del Perdón, que ubicado en la nave central, frente al acceso de la Puerta Jubilar, está realizado en un rico estilo herreriano y que alberga uno de los más importantes objetos de devoción del templo, el Cristo del Veneno.
En el costado oriente de la Catedral se encuentra el Sagrario Metropolitano, probablemente la fachada churrigueresca mejor ejecutada en Iberoamérica que alberga en contraste un austero interior que sirve como parroquia para distintas celebraciones.
Tras varios años de obras al haber estado en peligro de hundimiento, la Catedral Metropolitana ha recobrado su esplendor original. En especial destaca la reciente restauración del Altar de los Reyes como parte de un convenio entre México y España. La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México es sede de la Arquidiócesis de México y en su interior se realizan conciertos corales y de música sacra. En ciertas fechas es posible visitar los campanarios y las catacumbas del recinto.
*Info tomada de la página http://www.ciudadmexico.com.mx/atractivos/catedral.htm
“QUE LA OSCURIDAD LOS PROTEJA “
SANDYMOON☾